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Ramón Rubial: Historia y Memoria
 
   
3.1    La represión franquista

3.2    Cronología carcelaria

3.3    El movimiento socialista en las cárceles

3.4    Emilia y Lentxu, su mujer e hija

3.5    La reorganización del PSOE

3.6    La vida en el Dueso

3.7    Balance de la cárcel
  3.1 Las condiciones de vida en las cárceles franquistas
 

Ramón Rubial fue encarcelado en 1937, a la edad de 31 años. A partir de ese día, y durante los siguientes casi 20 años, su vida fue un peregrinar de cárcel en cárcel por toda la geografía española. Nunca habló demasiado sobre su experiencia en la cárcel. No quiso convertir aquellos años en un camino hacia el heroísmo personal ni construir la épica del preso político. Siempre afirmó que no había entrado en la cárcel por voluntad propia y, sobre todo, tuvo claro que la cárcel envilece al ser humano. Una vez ganada la guerra, la represión franquista se encargó de exterminar de la manera más eficiente posible a los vencidos.

Aún así, cuando se les pregunta a él y a otros compañeros de prisión por las cárceles franquistas y recuerdan este tiempo, no ocultan una emoción que expresa a la vez la angustia y la resistencia como dos sensaciones intensas difíciles de deslindar.

En el trayecto de Bilbao hasta el penal de El Puerto de Santa María, en 1937, vivió un infierno: hacinado seis días en un tren que intentaba esquiva las zonas de combate de la Guerra. Rubial recordaba cómo fueron los primeros días en la cárcel gaditana: “Nos metieron en aquellos horribles vagones de ganado y nos llevaron al penal de El Puerto de Santa María. Los primeros noventa días estuvimos en reclusión de tercer grado –en observación-, metidos siete presos en celdas para dos… Lo peor de aquello era la comida… Bueno, es que no se comía. Se bebía un caldo hecho con cuatro hierbas que recogían con una camioneta por los alrededores. La gente se moría de hambre. Había más muertes por hambre que por fusilamientos. Había días que formábamos hasta cinco veces para despedir a un muerto.” (Ramón Rubial, 1986)


"En cárceles para 1.000 presos llegamos a estar 6.000"

Ramón Rubial, pasados cincuenta años, contaba la vida cotidiana de aquella horrible y dilatada experiencia: “Allí había días en que, a las once de la mañana no había nada en la cocina para dar a comer a seis mil presos. En las perolas que sacaban no había ni un lunar de grasa, y claro, la gente se moría. El sesenta por ciento de los presos padecía avitaminosis (…)”. José Díaz Flórez, también preso en El Puerto de Santa María, describía, de esta manera, la situación de los presos: “Los primeros tiempos fueron horrorosos. La gente moría de avitaminosis. Había muchísimos tuberculosos. Los mandaban al penal viejo; allí estaban literalmente amontonados, en el suelo. A los masones los tenían recluidos en la zona del manicomio…” La incertidumbre de ser ejecutados en un futuro inmediato se contagiaba entre los presos. Era una constante. Se vivía con el miedo a ser “el siguiente”: “Y cuando salí de Bilbao para el Puerto de Santa María llevaban ya novecientos hombres fusilados, unos en piquetes y otros a garrote vil por el verdugo. Era una cosa que encogía el alma”, recordaba Ramón.

 
Expediente Carcelario de Ramón Rubial

Traslado de la cárcel de Bilbao
al penal de El Puerto de Santa María

Certificado de la enfermería de El Puerto de Santa María

 

 


 

 
 
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