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Ramón Rubial: Historia y Memoria
 
   
3.1    La represión franquista

3.2    Cronología carcelaria

3.3    El movimiento socialista en las cárceles

3.4    Emilia y Lentxu, su mujer e hija

3.5    La reorganización del PSOE

3.6    La vida en el Dueso

3.7    Balance de la cárcel
  3.3 El movimiento socialista en las cárceles
 

Ramón Rubial creó el “movimiento socialista” en las cárceles franquistas, formado por militantes del PSOE, las Juventudes Socialistas y la UGT. Su cultura política de izquierdas, aprendida en los años 30, le inoculó un profundo sentido de la organización política. La práctica de la solidaridad o la experiencia histórica de que “la unión hace la fuerza”, fueron articuladas dentro de las cárceles. Era de vital importancia estar bien organizados. En primer lugar, para la supervivencia física, tenían que hacer frente a la pobreza en la que se encontraban los presos y sus familias fuera de las cárceles. Pero también, y no era menos importante, para mantener la moral y los ideales políticos por los que tanto habían entregado los milicianos y simpatizantes. La organización política dentro de la cárcel cobraba vital importancia para depositar la esperanza en algún lugar; había que sobrevivir a la derrota militar y resistir al exterminio político. No se sabía cuánto iba a durar la cárcel, el exilio ni la represión. En los primeros años de posguerra se confió en una pronta restauración del régimen republicano. Se quería pensar que, al finalizar aquella segunda guerra europea entre fuerzas demócratas y fascistas, habría una incursión internacional que retornara la democracia a España. Pero, desde luego nadie auguraba un régimen que duraría 40 años.

Por eso, una vez en la cárcel de El Carmelo, en noviembre de 1937, intentó articular la organización. Él mismo contaba qué sentido tenía la cohesión de los reclusos dentro de la prisión: “El espíritu de la gente dentro de las cárceles no era de resignación, sino de resistencia activa. Por ejemplo, en 1937 empezamos a organizar el movimiento socialista en la cárcel, y lo organizamos en Bilbao. ¿Qué misión tenía este movimiento? Toda nuestra actividad y nuestras acciones podían topar con los muros de la cárcel y no salir fuera, porque a la gente maldita la gracia que le hacía aventurarse en levantar una cosa así, recientemente derrotada. Podría parecer una locura que tras sufrir una derrota militar, tuviéramos el ánimo para crear organizaciones. Las creamos para inyectar moral a los presos, en primer lugar, y además para organizar las ayudas a los combatientes que llegaban de otros lugares a defender nuestro territorio, sobre todo asturianos y montañeses. Entonces organizamos, con las mujeres que quedaban en la calle, un servicio de limpieza de ropa. Éste fue el primer brote de la creación de las comunas, cuyo objetivo era repartir entre todos los presos la comida que nos llegaba. La gente empezó a coger un poco de calor, aunque las perspectivas eran bastante negras. Aún no habían empezado los juicios, pero sí nos habíamos enterado que aparecían muertos en las cunetas por obra de la famosa brigada de Valladolid, que apareció en Bizkaia y en los sitios por donde iban entrando las tropas de Franco” (Ramón Rubial, 1986).

 
"El antídoto para sobrevivir era creer que se poseía la razón"

 

 

 

 

"La organización sirvió para recobrar la moral de quien la tenía perdida"
 
Avelino Cadavieco: "Ramón supo levantarnos la moral"

 

 

 

 

Ramón tenía constituyó 16 federaciones en las cárceles españolas
 

En mayo de 1939, Ramón Rubial fue trasladado de la cárcel bilbaína de Larrinaga al penal de El Puerto de Santa María, en la que permaneció hasta 1942. En la cárcel gaditana, observó qué era necesario canalizar la energía hacia el auxilio de los presos para impedir que las personas sucumbieran y los ideales socialistas se apagaran: “En cuanto pasamos los primeros días empezamos a organizarnos en el interior del penal. Hay que trasladarse al momento en que la gente llega a la prisión, indultada de pena de muerte, con una familia detrás sin ningún ingreso, con decepciones de compañeros que les prometieron muchas cosas y no las cumplieron, con una derrota sobre las espaldas (…) Encontrarse dentro del penal con una voz que le alentaba, que le cubría una necesidad perentoria en la cárcel -«Allí donde toda incomodidad tiene su asiento» (Cervantes)-, que le proporcionaba una tarjeta donde poder escribir, que le daba unos cigarrillos durante el período de observación, que le pasaba un pan porque no podías comprarlo en el economato… Todas estas cosas animaban de tal manera que sólo se pueden medir cuando se está encerrado en una celda”. (Ramón Rubial, 1986)

Él y otros reclusos reorganizaron el movimiento socialista dentro de la cárcel, con una estructura de 3.000 militantes presos. El socialista encarcelado no estuvo abandonado, tenía voz y su actitud era relevante para el funcionamiento del grupo: “La estructura interna de la organización socialista en El Puerto de Santa María estaba bien engranada. Partiendo de las células, integradas por cuatro reclusos más un responsable delegado, se formaban las brigadas, que tenían su correspondiente delegado; las brigadas se inscribían en cada uno de los cinco patios de que constaba la cárcel, que tenían también todos ellos sus delegados, coordinados por el delegado general de patios… De los seis mil reclusos, aproximadamente la mitad estaban en nuestra organización. Allí había unos tres mil socialistas y ugetistas de Asturias, Santander, Euskadi…, también había bastantes andaluces y de otras regiones”. Una lucha para no permitir la destrucción de las ideas, de sentirse útiles, de seguir combatiendo de forma más sutil. En resumen, la obtención de aliento para seguir viviendo entre muros en medio de la incertidumbre de volver a ver la luz de la libertad, o la oscuridad de la muerte.

El 12 de octubre de 1940 fue descubierta la organización de El Puerto de Santa María. Ramón se hizo responsable del movimiento para proteger a sus compañeros. Juzgado en el Cuartel de Artillería de Costa de Cádiz, la sentencia agravó su pena con catorce años más, suprimiéndole las reducciones por trabajo conseguidas y el derecho a libertad condicional.

 

 
 
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