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| 14/03/2013 | Categoría: Discurso | Autor: LENTXU RUBIAL | 0 Comentarios |
| DISCURSO LENTXU RUBIAL |
LENTXU RUBIAL.
PRESENTACIÓN LIBRO INDALECIO PRIETO.
14 DE MARZO DE 2013.
Buenas tardes a todos y a todas.
No son la osadía y la pretenciosidad dos de las cualidades que poseo. Así que, no haré alarde de ninguna de ellas y mucho menos entre este elenco de expertos sobre Don Inda.
No lo haré. Pero confesaré, de entrada, que compartir mesa y micrófonos con personas que conocen tanto y tan bien la trayectoria humana y política del protagonista del libro que hoy se presenta es, en primer lugar, un honor, y en segundo lugar, una prueba difícil para alguien como yo, que sólo puedo presumir de haber trabajado toda mi vida y seguir haciéndolo en el mismo partido político que Don Inda. Y haber tenido la oportunidad también de batirme en las Cortes Generales en defensa de semejantes criterios políticos e ideológicos.
Es un honor para mí, como Presidenta de la Fundación Ramón Rubial haber participado en este proyecto. Y también lo es para las personas que desde el primer día se desvelan y comparten conmigo este proyecto que nació para, entre otras cosas, conservar y difundir el legado de los grandes protagonistas de la historia del socialismo en Euskadi. E Indalecio Prieto, sin duda, lo es.
Y es una prueba difícil. Porque, sin entrar en disquisiciones de carácter histórico, para las que estoy menos preparada que quienes me acompañan, debo trasladarles alguna reflexión coherente sobre el significado de la vida y trayectoria de D. Inda.
Y sin utilizar el don de la locuacidad que, por otra parte, tampoco me adorna, seré breve. Pero haré lo que, por otra parte, es mi obligación: dar mi opinión y por extensión la de la Fundación que presido sobre la endiablada y crítica situación actual, aprovechando la abundancia de cualidades para la política con mayúsculas que poseía Don Inda.
Y, si me lo permiten, para ello, me gustaría usar una de las muchas cosas que mi padre –Ramón Rubial- dijo sobre él. Una descripción, con el particular lenguaje de mi padre, que a lo largo de los distintos pasajes del libro se ratifica y confirma.
Mi padre decía de Indalecio Prieto:
“Dotado de un talento sobresaliente y de un dinamismo arrollador, honrado sin mácula, valeroso para afrontar todos los riesgos, y lo que es mejor, para proclamar la verdad –su verdad- a los cuatro vientos sin importarle las consecuencias. Su verbo de gran tribuno y su pluma bizarra, de expresión galana, apta por igual para el razonamiento dialéctico, la llamada sentimental, la evocación pintoresca o el latigazo del sarcasmo, fustigaron las corruptelas y vicios. Denunciaron inmoralidades, acusaron al prevaricador y al embustero, lapidaron al cínico y pusieron en la picota a los explotadores de la clase trabajadora.
En esa tarea no se autorizó nunca vacaciones, como no se las autorizó en el servicio incondicional al Partido Socialista y a la Unión General de Trabajadores, organismos a los que estuvo vinculado por raíces mucho más profundas de lo que algunos han llegado a pensar.”
Fin de la cita.
A mi juicio, mi padre, aún sin ser coetáneo suyo, atinó. Un gran resumen sobre una personalidad única - la de Don Indalecio Prieto- que todos quienes han estudiado su figura humana y política corroboran.
Y en mi opinión, esta cita es también un fantástico compendio de actualidad, porque recopila una serie de cualidades que, en la crisis política, democrática, social y económica que padecemos, se echan tanto de menos. Esa es la virtud hoy de esa cita. Y por eso la traigo a colación en la presentación de una obra sobre un político. Sobre el político de raza que es el protagonista de estas líneas. Sobre el político de acción por naturaleza.
La cita, salió de los labios de Ramón Rubial en 1985, en una entrevista para “La voz de Avilés”.
Si tuviéramos la oportunidad de entrevistarle hoy, de nuevo, mi padre, probablemente, reivindicaría sin dudar la existencia de un liderazgo así: el de un socialista profundamente demócrata y autonomista. Un liderazgo como el del Indalecio que describen las más de 200 páginas de esta obra.
Porque más allá de su trascendencia histórica para España y para el Partido Socialista, la figura de Indalecio que, según mi padre, “inspiraba confianza”, traspasaría las fronteras invisibles que, probablemente por culpa de los propios responsables de lo público se han creado entre éstos y la sociedad a la que sirven. Y esa confianza haría recuperar la fe en la democracia de muchos y muchas. Seguro que hoy, el demócrata radical que describe Juan Pablo Fusi en el libro, utilizaría todo ese talento sobresaliente para superar la crisis del sistema político español y europeo.
Porque -continuaba mi padre- “Indalecio Prieto era un revolucionario muy dado a la evolución de los tiempos”. Y conocer el tiempo vigente y revolucionarlo democráticamente es, en mi opinión, hoy, una necesidad. Hace falta ese verbo ágil, el razonamiento dialéctico, el dinamismo arrollador,…., para hacer lo mismo: denunciar las inmoralidades y poner en la picota a quienes explotan a los débiles. Porque, desgraciadamente, con casi un siglo de diferencia, y con características diferentes, con otras fórmulas más refinadas, siguen existiendo demasiadas inmoralidades y se sigue expoliando a los trabajadores y trabajadoras honradas. Y ahí es donde se echa en falta al revolucionario.
Termino. Usaba Ramón Rubial una frase y decía que “a Prieto del sangraba España”. Estos días a muchos nos duele España. Y no encuentro mejor momento para reivindicar una figura como la de Don Inda. Por ello, felicidades a los autores y gracias por volver a traernos, aún en la forma de recuerdo de un político excepcional e irrepetible, una esperanza a los doloridos.
La esperanza en que, al menos, las cualidades que describía Ramón Rubial en la cita, confluyan en una generación de líderes en Europa que nos saque del atolladero.
Gracias.
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