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06/03/2018 | Categoría: DISCURSO | Autor: EIDER GARDIAZAL RUBIAL | 0 Comentarios
DISCURSO EIDER GARDIABAL RUBIAL
DISCURSO EIDER GARDIAZABAL RUBIAL, PRESIDENTA DE LA FUNDACIÓN RAMÓN RUBIAL. MADRID, 6 MARZO 2018

CASA DEL LIBRO, MADRID.

Buenas tardes a todos y a todas. Como Presidenta de la Fundación Ramón Rubial, les quiero dar la bienvenida y sobre todo agradecer su presencia a Patxi López, a la autora de este fantástico y tan necesario libro Sara Hidalgo y a Ana Cano, coordinadora de programas de la Fundación Ramón Rubial y responsable de que este proyecto haya salido adelante.

Hace ya más de 3 años que desde la Fundación Ramón Rubial creímos que había llegado el momento de recoger el testimonio de muchos socialistas vascos que habían sufrido la persecución y las amenazas de ETA. Queríamos escuchar y transmitir a las generaciones venideras el relato socialista, tal y como se dice en la introducción del libro, “de cómo los socialistas han vivido, han sentido y han sufrido esta situación y en qué medida esto ha afectado tanto a su proceso vital como a su militancia”

No hace ni siquiera 7 años que ETA anunció el cese definitivo de la violencia, y a veces cuesta creer que vivimos lo que en este libro se recoge.
Mis primeros recuerdos de ETA son del asesinato de Enrique Casas. Yo ni siquiera tenía 9 años. No acababa de entender, ni de interiorizar lo que estaba pasando, pero sabía que era algo importante.
Al día siguiente de su asesinato, había huelga general, y mis padres no me llevaron al colegio. Fuimos a San Sebastián a la manifestación y al funeral de Enrique. El lunes, cuando volví al colegio, y mis amigos y profesores me preguntaron por qué el viernes había faltado, no entendía nada.
Acaso no habíamos ido todos a la manifestación de un hombre bueno que había sido asesinado por unos terroristas? Ahí empecé a sentir la soledad de las víctimas.

Otro momento que me marcó enormemente fue el atentado contra Eduardo Madina. Edu era para mí cómo un hermano. En el libro, muchos de los protagonistas relatan la relación tan especial que se creó entre la gente del partido, éramos de verdad una familia, el partido era nuestro refugio, la gente con la que podíamos compartir nuestros miedos, porque nadie más lo entendía.
Cuando escuché en las noticias que habían matado a Edu, porque eso fue lo que se publicó, inconscientemente me vestí y me fui directa a la sede del Partido. Fue instintivo.
No sé si lo hice por afirmar mis convicciones socialistas, si por buscar ese refugio o si fue por evitar mostrar mi dolor a mis padres, porque lo que os quería contar, lo que me marcó de aquel momento, fue precisamente una conversación entre mi madre y Javier Rojo, en la sala de espera del hospital de Cruces. Estaban destrozados claro, por el atentado contra Edu, pero también sufriendo y culpándose por habernos inculcado a sus hijas, a Natalia Rojo y a mí, unos valores que nos habían llevado a afiliarnos a JSE y que por lo tanto nos habían llevado a esa sala de espera del hospital.
Deberían haber estado orgullosos de su compromiso, de su lucha y de la nuestra, pero no eran capaces. Se sentían culpables de la bomba que un terrorista había puesto bajo el coche de Edu.

“Esto ha ocurrido en Euskadi. Esto no nos lo han contado, apenas lo estamos empezando a contarlo. Es necesario que se cuente” dice en el prólogo la actual Secretaria General del PSE, Idoia Mendía
Y añade más adelante: Ha llegado el momento de eliminar esos pudores que a veces envuelven a quienes actúan siempre desde el sentido de la responsabilidad, como si todo lo que han hecho fuese inevitable. No. Pudo no haber sido así. Pudo haber momentos en que tanta gente desistiera. Pero la fortaleza del PS estuvo en la fortaleza de quienes resistieron. En sus concejales y militantes, quienes siempre han dado la cara, aunque se la pudieran partir por defender la firmeza socialista hasta la muerte, hasta la misma muerte.

Este libro, “Los resistentes: Relato socialista sobre la violencia de ETA de 1984 a 2011 es un magnífico instrumento para conocer el papel de las emociones en las decisiones políticas. Pero es también un medio excepcional, para difundir cómo vivieron una etapa, especialmente dura, los y las socialistas vascos. Desde el punto de vista político sí, pero también con una visión personal y humano.
Los Resistentes, es un recopilatorio riguroso en boca de algunos de sus protagonistas sobre aquellos años de silencio y dolor.
Pero es también, a mi modo de ver, un tratado sobre el compromiso político y sobre la voluntad firme de actuar conforme a unos principios, de personas normales que deciden dedicarse al servicio público en su comunidad.
Ambas cosas –difundir la historia de un compromiso social y ético y hacerlo con los testimonios de los propios protagonistas- encajan plenamente en las líneas de trabajo de la Fundación.

Para mí, este libro es también, o sobre todo, un homenaje a todos los que apretaron los puños y los dientes y siguieron defendiendo la libertad en Euskadi. Un homenaje a la generación de nuestros padres y madres que con su ejemplo nos enseñaron el significado de la palabra dignidad.

Y también un homenaje a mi generación, la última que tuvo que vivir bajo la amenaza de ETA, y que con veinti pocos años no dudó en dar un paso adelante sabiendo que eso significaba renunciar a su juventud.

Y si fuimos la última generación en tener que vivir el terrorismo de ETA, ha sido en gran parte gracias a personas como Patxi López. Le he visto muchas veces apretar los puños y los dientes, y sacar fuerzas de donde no las había para acompañar a las familias de los asesinados.
A él, y a otros muchos como él, nuestros hijos le deben la libertad.
Muchas gracias Patxi.








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